lunes, 31 de enero de 2011

Sudokus.

Los hombres son como los sudokus, te pones a hacerlos, te los trabajas y cuando crees que tienes todos los numeritos bien te falla uno.

Falla ese maldito número que hace que tengas que borrar todo y empezar de nuevo y seguir poniendo distintos números.

Y por mucho que borres los números siempre quedan esas marcas feas sobre el papel que te recuerdan una y otra vez que te has equivocado.

Pero puede ser que seas inteligente y que hagas los números muy flojito con lápiz, de una forma sutil, pero esto no significa que no siga quedando marca, simplemente significa que no has sido lo suficientemente persuasiva y que ese sudoku no te entusiasmaba, porque cuando algo entusiasma e ilusiona se coge con ganas y se hace a lápiz muy fuerte y sin pensar.

Y llegará un día en el que la punta del lápiz estará gastada o simplemente se romperá de una forma brusca y sin esperarlo.

Pero siempre, al límite de cualquier situación amorosa, ocurre algo que te vuelve a sacar punta y vuelves a coger las ganas de reescribir ese maldito sudoku de los cojones.

Y vuelves a hacer marcas en el papel, y rompes la página de tanto borrar los números.


¡Y a la mierda los sudokus! ¡Me paso a los crucigramas o a las sopas de letras!